Ozonoterapia en tratamientos del dolor. Infiltraciones y medicina del dolor.

ozonoterapia en tratamientos del dolor. infiltraciones

¿Qué es el ozono médico?. Resumen

 

Ozonoterapia en tratamientos del dolor: Infiltraciones de Ozono y Ozonoterapia Sistémica

El uso del ozono médico en el tratamientos del dolor crónico se ha ido expandiendo progresivamente y hoy en día se emplea tanto en centros públicos como privados.

No obstante, existe un gran desconocimiento sobre la ozonoterapia en tratamientos del dolor, tanto en atención primaria como en las especialidades médicas.

Aunque sus bases bioquímicas están bien determinadas y existen diversas revisiones sistemáticas y meta-análisis en la literatura que justifican su empleo, algunos profesionales todavía consideran que se trata de pseudociencia.

1. Introducción a la Ozonoterapia

 

Entendemos por ozonoterapia el uso de ozono médico como elemento terapéutico en aquellas patologías con hipoxia, inflamación y disbalance redox crónico cuya fisiopatología puede verse reconducida por las propiedades científicamente demostradas del ozono (Revisión WFOT sobre Ozonoterapia Basada en Evidencias, 2016).

El ozono médico es una mezcla de oxígeno medicinal (WFOT) y ozono obtenido a una concentración determinada mediante un dispositivo médico homologado según la directiva europea 93/42.

Actualmente, la legislación europea y la española (RD 1591/2009) incluyen a los generadores de ozono en el epígrafe IIB de la clasificación de dispositivos médicos.

La ozonoterapia en tratamientos del dolor es una realidad, y cada vez hay más profesionales haciendo uso del ozono médico como complemento terapéutico para diferentes enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo, incluido el dolor crónico.

Además de las asociaciones de profesionales sanitarios que intentan unificar criterios y protocolos, así como formar a los sanitarios que se introducen en el uso de esta substancia, la Universidad Católica de Murcia ha tomado la iniciativa al crear una cátedra de Ozonoterapia y Dolor Crónico para promocionar la formación y la investigación.

En Portugal y Grecia, la ozonoterapia está legalmente reconocida y se emplea en centro públicos y privados. En Alemania, Suiza y Austria se utiliza merced al reconocimiento legal de los generadores de ozono.

En 2011, el Ministerio de Sanidad español ha incluido la ozonoterapia en la cartera de servicios de las unidades de dolor, por lo que se hace necesario que el médico experto en el tratamiento del dolor conozca el fundamento científico de la ozonoterapia médica y cómo actúa, tanto a nivel local como sistémico (Sánchez, 2011).

Dada la variedad de posibilidades que ofrece el uso del ozono, es necesario formar también sobre las indicaciones y los criterios de uso según la metodología de la medicina basada en la evidencia (Sackett, Rosenberg, Gray, Haynes y Richardson, 1996).

El ozono es una molécula formada por tres átomos de oxígeno (O3) en lugar de los dos de los que se compone la molécula de oxígeno (O2).

El ozono tiene una semivida de 20 minutos a 20ºC (Revisión WFOT sobre Ozonoterapia Basada en Evidencias, 2016); por este motivo, no se puede almacenar y la mezcla ha de ser producida “in situ” para cada aplicación.

Las aplicaciones de ozono médico se remontan a principios del siglo pasado.

El Dr. Kellogg, en su libro sobre difteria (1881) ya mencionaba el ozono como desinfectante, y en 1898 los doctores Thauerkauf y Luth fundaron en Berlín el “Instituto para oxígenoterapia”, llevando a cabo los primeros ensayos con animales.

En el año 1911, salió a la luz el libro «A Working Manual of High Frequency Currents», publicado por el Dr. Noble Eberhart, jefe del departamento de terapéutica fisiológica de la Universidad de Loyola, donde se hablaba del uso del ozono médico en el tratamiento de enfermedades como la tuberculosis, la anemia, el asma, la bronquitis, la fiebre del heno, la diabetes, etc. (Pressman y Warburg, 2000).

Pero a pesar de los éxitos obtenidos a principio del siglo pasado, las máquinas generadoras de ozono carecían de precisión, y es la tecnología actual la que nos permite obtener con toda fiabilidad la mezcla idónea de ambos gases.

En líneas generales, al aplicar este tipo de terapia, realmente estamos induciendo una “microoxidación” controlada e inocua, cuya respuesta orgánica será una activación favorable del sistema antioxidante celular.

Numerosos autores han publicado trabajos preclínicos a cerca de los efectos de la ozonoterapia sobre los organismos vivos, pudiéndose demostrar efectos beneficiosos sobre la capacidad de modular el balance redox y la inflamación celular y la adaptación ante los procesos de isquemia/reperfusión. (Barber, Menéndez, Barber, Merino y Calunga, 1998; Peralta et al., 2000; Ajamieh, Menéndez, Merino, Martinez-Sanchez y León, 2003; Ajamieh et al.,2004; Ajamieh et., 2005).

Desde un punto de vista clínico, la ozonoterapia en tratamientos del dolor presenta múltiples aplicaciones medicoquirúrgicas, todas ellas relacionadas con la capacidad germicida del ozono, con los procesos isquémicos crónicos y con las descompensaciones del balance redox celular.

Son varios los manuales médicos que recogen la experiencia y los trabajos científicos llevados a cabo hasta la fecha por diferentes grupos de investigación, principalmente italianos, alemanes, rusos y cubanos (Bocci, 2002; Menéndez et al., 2008).

Las formas de aplicación del ozono médico son básicamente tres: tópica, infiltrativa y sistémica (Revisión WFOT sobre Ozonoterapia Basada en Evidencias, 2016).

Las aplicaciones tópicas sacan partido del poder germicida del ozono y de su efecto positivo sobre los procesos de cicatrización; se suele aplicar directamente, con el uso de bolsas de cierre hermético, o mediante agua o aceites ozonizados.

El ozono infiltrado a concentraciones de entre 4 y 30 µgr/ml es útil para tratar afecciones del aparato locomotor, tales como artritis, tendinitis, miositis, fascitis, neuritis o dolores miofasciales.

La ozonoterapia sistémica, como parte de la ozonoterapia en tratamientos del dolor, consiste en la administración de la mezcla de gases fundamentalmente mediante dos vías: la endovenosa indirecta y la insuflación rectal.

La endovenosa indirecta consiste en la extracción de una cantidad determinada de sangre que, dentro de un circuito cerrado, es puesta en contacto con el gas, con el que reaccionará hasta la dilución del mismo en pocos segundos para ser reinfundida inmediatamente.

Se deben utilizar dispositivos médicos homologados para dicho procedimiento.

La insuflación rectal consiste en administrar un enema de gas con una sonda vaginal en el recto, para que se absorba por el plexo hemorroidal y eluda el paso primario por el hígado como cualquier otro tratamiento por vía rectal.

Las sondas deben ser de silicona u otro plástico resistente al ozono (OzoneCompatible Materials, 2015).

2.- OZONOTERAPIA EN TRATAMIENTOS DEL DOLOR. INFILTRACIONES CON OXÍGENO/OZONO MÉDICO (O2/O3)

 
 

2.1. GENERALIDADES 

 

El uso de las infiltraciones de O2/O3 para tratar patología musculoarticular cada vez está más extendido.

Verga, (1989), fue el primero en describir las aplicaciones de ozono intramuscular, a nivel paravertebral y en los puntos gatillo, en pacientes con lumbalgia crónica.

Posteriormente, en la década de los 90, se extiende su uso para tratar poliartritis aguda y crónica (cadera, rodilla, articulación sacroilíaca, interfalángicas), tendinitis, epicondilitis, síndrome del túnel carpiano y dolores miofasciales (Bocci, 2002).

A pesar de su uso cada vez más frecuente, los niveles de evidencia (a excepción del tratamiento de la hernia discal lumbar y la artrosis de rodilla) son bajos, debido posiblemente a que su uso en el ámbito de la medicina pública está en sus inicios.

Carmona, (2006), publicó una revisión sistemática en el año 2006 sobre la efectividad de la ozonoterapia en las enfermedades reumáticas en general, concluyendo que no existen ensayos clínicos de calidad, que la mayoría de los trabajos están publicados en revistas de bajo impacto y que la metodología entre los distintos estudios es muy variable.

Pero aunque los ensayos clínicos sean escasos, sí hay trabajos científicos con menor nivel de evidencia ilustrando el empleo del ozono infiltrado como analgésico-antiinflamatorio en diversas patologías del aparato locomotor (Iliakis, 1996; Benvenuti, 2006).

2.2. OZONOTERAPIA EN PATOLOGÍA DE RODILLA

 

Riva, (1989), registró 156 pacientes con patología articular de rodilla (artritis postraumática, gonartrosis con deformidad leve y gonartrosis con deformidad severa) obteniendo buenos resultados, que fueron especialmente beneficiosos cuando no había deformidades óseas severas.

El tratamiento consistió en infiltraciones intraarticulares y periarticulares de 10 ml de oxígeno/ozono a una concentración de 20 µgr/ml.

En Cuba, en el año 1997, se llevó a cabo un estudio prospectivo para evaluar la efectividad de las infiltraciones de ozono en 126 pacientes con osteoartritis de rodilla; por lo general, se necesitaron 3 ó 4 infiltraciones para obtener resultados positivos, y solo a 14 pacientes se le aplicaron más de 5 sesiones.

El 71,4 % de los pacientes tuvieron un resultado catalogado como bueno, en el 10,3 % el resultado fue regular, y en un 18,3 % el resultado fue malo.

La principal complicación fue el dolor durante la infiltración, y es de destacar el ahorro económico por la menor necesidad de antiinflamatorios (Escarpanter, Valdés, Sánchez, López y López 1997).

La condromalacia femoropatelar es una patología dolorosa cuyo tratamiento es fundamentalmente quirúrgico, tras el que con frecuencia quedan secuelas. Manzi y Raimondi trataron con O2/O3 a 60 pacientes refractarios al tratamiento quirúrgico convencional, obteniendo una resolución del cuadro mayor y más rápida que en los controles (Manzi y Raimondi, 2002).

También se ha usado con éxito la ozonoterapia infiltrada a nivel peritendinoso en tendinopatías refractarias de rodilla (Gjonovich, Marchetto, Montemarà y Girotto, 2003). En otro trabajo de los mismos autores, Gjonovich y su equipo, (2003), mejoraron a 36 atletas con “rodilla de saltador” que no habían respondido a los tratamientos convencionales. Este mismo año, Gheza y Bissolotti, (2003), publicaron una guía de tratamiento para la gonartrosis basada en su experiencia personal.

Varios estudios publicaron su experiencia en series de casos sin control (Delgado Rifá y Quesada, 2005; Huanqui, Cruz, Miranda, Poblete y Mamani, 2006; Wang et al., 2010; Proaño, 2014). Moretti, (2004), trabajaron sobre la osteoartritis temprana de rodilla, compararon la efectividad de la infiltración de O2/O3 con la de ácido hialurónico, concluyendo que si bien no había diferencias estadísticamente significativas, estaría más indicado el ozono en estadios tempranos, donde predomina la inflamación.

Una reciente publicación de Jesús, Trevisani y Santos, (2015), ha 7 demostrado mediante un ensayo clínico aleatorizado, a doble ciego y multicéntrico, la efectividad de la infiltración intrarticular de ozono frente a placebo en la gonartrosis.

2.3. OZONOTERAPIA EN PATOLOGÍA DE HOMBRO

 

Con respecto a la patología de hombro, Ikonomidis, Iliakis y Charalambus, (2002), demostraron en un ensayo clínico la mayor efectividad del O2/O3 frente a las infiltraciones con esteroides o la terapia con ultrasonidos en una serie de infiltraciones subacromiales y en las zonas de máximo dolor.

También se ha empleado con éxito la oxígeno-ozonoterapia en combinación con las ondas de choque, para tratar tendinitis calcificada del hombro (Trenti y Gheza, (2002). Brina y Villani, (2004), han publicado la utilidad de las infiltraciones ecoguiadas de O2/O3 en pacientes con lesiones del manguito de los rotadores no quirúrgicas.

 

2.4 OZONOTERAPIA EN PATOLOGÍA DE COLUMNA (HERNIA DISCAL)

 
 

Sin duda, la mayor cantidad de trabajos publicados se centra en el uso de la ozonoterapia para el tratamiento de la hernia discal, tanto cervical como lumbar.

Generalmente, el tratamiento de las hernias discales cervicales es más conservador que el de las lumbares, quizás por el mayor índice de complicaciones graves de su cirugía (Wang, Chan, Maiman, Kreuter y Deyo, 2007).

En este contexto el interés de las infiltraciones intradiscales o paravertebrales de oxígeno/ozonoterapia tiene una relevancia especial, y los efectos analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares de la ozonoterapia en la patología cervical han sido descritos (Albertini, 2002; Villa, 2002).

En el 2004, Moretti et al., (2004), realizaron un ensayo clínico comparando la efectividad de la ozonoterapia con la de la mesoterapia en pacientes con dolor cervical, parestesias de miembros superiores (uni o bilaterales), vértigo periférico y cefalea. Se reclutaron 152 pacientes con hernias, protusiones o cervicoartrosis, 76 de los cuales fueron tratados con infiltraciones de O2/O3 muscular paravertebral en los trapecios y en los elevadores de la escápula; a los otros 76 pacientes se les aplicó tratamiento con mesoterapia antiinflamatoria.

Las diferencias fueron estadísticamente significativas a favor del grupo tratado con oxígeno-ozono, con un 78% de resultados calificados como buenos u óptimos, frente a un 56,25% en el grupo de la mesoterapia.

INFILTRACIONES INTRADISCALES CERVICALES

 
 

En cuanto a las infiltraciones intradiscales cervicales, también demostraron ser eficaces, según un trabajo publicado por Xiao, Tian, Li y Zhang, (2005).

Se hizo una evaluación retrospectiva de 86 pacientes con espondilosis tratados con infiltraciones guiadas por tomografía, de los que 37 sufrían de mielopatía, 30 presentaban radiculopatía y 19 tenían sintomatología de tipo simpático.

Las indicaciones para el tratamiento fueron el presentar cervicalgia con patrones de irradiación braquial, el tener pérdida de sensibilidad, hormigueo, entumecimiento, debilidad muscular o deficiencia de los reflejos tendinosos profundos; también se incluyeron pacientes con electromiografía u otras pruebas de conducción eléctrica positivas, y todos habrían de ser refractarios a tratamiento con las terapias conservadoras al menos durante 12 semanas.

Se descartaron los pacientes con estenosis ósea de canal, osificación del ligamento longitudinal posterior o malacia espinal.

El tratamiento con ozonoterapia resultó ser excelente, bueno o pobre en el 78%, 16% y 6% de los casos, respectivamente, según se registró con el método MacNab modificado.

Estos resultados coinciden con los publicados por Alexandre y colaboradores en el mismo año (Alexandre et al., 2005).

En patología lumbar la cantidad de trabajos es extensa.

Los resultados positivos, junto con la seguridad de la técnica y las temidas complicaciones de la cirugía, hacen que cada vez más autores consideren de primera elección los tratamientos conservadores con ozonoterapia, sea paravertebral o intradiscal.

 

INFILTRACIONES HERNIA DISCAL

 
 

Muto et al., (2008), realizaron infiltraciones guiadas con TAC a 2.900 pacientes con hernia discal. El gas se inyectó intradiscal, periganglionar y periradicular.

Al mes se revisaron los pacientes, repitiendo la sesión en aquellos casos en que la mejoría fue parcial. A los 6 y 12 meses hubo mejorías del 75%-80% con hernia discal simple, del 70% con hernias múltiples y del 55% con dolor por cirugía fallida de espalda.

Andreula et al., (2003), añadieron O2/O3 intradiscal y periganglionar a la infiltración con anestésicos locales y corticoides; no solo no hubo interferencia del gas sobre la efectividad de los medicamentos, si no que en la evaluación a los seis meses por evaluadores ciegos se pudo constatar una mejoría estadísticamente significativa con la combinación de ambos tratamientos.

Bonetti et al., (2005), en un ensayo clínico, compararon la efectividad de la infiltración intraforaminal de O2/O3 con la infiltración periradicular de esteroides. Se reclutaron 306 pacientes, con y sin enfermedad discal, que fueron divididos en dos grupos (166 y 140 respectivamente).

El principal instrumento de medida fue el índice de McNab modificado, y se registró la evolución a corto (1 semana), medio (3 meses) y largo plazo (6 meses). A corto plazo no hubo diferencias estadísticamente significativas entre las dos modalidades de tratamiento (p=0,4077).

A largo plazo, las diferencias a favor de los tratamientos con ozono sí fueron estadísticamente significativas, pero solamente en el grupo de pacientes con enfermedad discal (p=0,0021); también a largo plazo, se pudo ver que los tratamientos con ozonoterapia tenían estadísticamente menos índice de fracaso (8,6%) que los tratamientos con esteroides (21,4%).

Autores como Torres y su equipo, (2009), obtienen resultados positivos y duraderos en el tratamiento de la ciática por hernia discal aplicando tres sesiones consecutivas de infiltraciones de O2/O3 intradiscal, epidural y paravertebral que añaden a bupivacaína (5 ml al 0,25%) y triamcinolona (4 mg). Aunque el estudio es retrospectivo se registró la evolución de 91 pacientes durante 24 meses, con una mejoría muy significativa que persistió al final del seguimiento en el 81,1%de la muestra.

Buric, Alexandre, Coro y Azuelos, (2003), hicieron un seguimiento prospectivo durante 18 meses de 104 pacientes con protusiones discales, encontrando mejorías en el dolor y la capacidad funcional en la mayoría de la muestra; se hicieron mediciones del volumen discal y se observó que a los 5 meses un 22% de las protusiones no habían cambiado de volumen, un 41% se habían reducido y un 37% habían desaparecido.

(31) Los resultados indicaban que la técnica era efectiva en el tratamiento de las protusiones, aunque según otro estudio posterior del mismo equipo, la efectividad no fue superior a la de la microdiscectomía.

También respecto a las protusiones discales, Qing et al., (2005), en una muestra de 602 pacientes y 1078 discos intervenidos, concluyeron la idoneidad del tratamiento con ozonoterapia como de primera elección después de fallar técnicas más conservadoras.

Al comparar la ozonoterapia en tratamientos del dolor con otras técnicas microinvasivas, estos autores consideraron que se trataba de una técnica efectiva, segura, mínimamente estresante para el paciente y fácil de realizar. Resultados igualmente positivos obtienen Castro et al., (2009), en un estudio observacional prospectivo en el que trataron a 41 pacientes con infiltraciones simultáneas intradiscales, epidurales y perirradiculares. Se excluyeron enfermos con hernia discal con fragmento libre y déficit neurológico mayor asociado.

La evolución fue muy positiva (según la EVA y el test de Lattinen) desde el primero al último de los registros postbasales (a los 30 días y a los 6 meses respectivamente), y el grado de satisfacción fue calificado como bueno por el 85.4% de la muestra.

En el año 2006 se publicó otro ensayo clínico aleatorizado comparando la efectividad de la infiltración paravertebral muscular de O2/O3 con la de esteroides epidurales en pacientes refractarios a los tratamientos convencionales (esteroides y miorelajantes). 171 pacientes fueron tratados con esteroides epidurales y a 180 se le realizaron infiltraciones paravertebrales de oxígeno/ozono.

A las tres semanas de seguimiento la mejoría fue estadísticamente significativa a favor de los pacientes tratados con ozonoterapia (remisión total o casi total del dolor en el 88,2%, frente al 59% en el grupo de los esteroides), y a los seis meses la evolución fue excelente o buena en el 77,1% de los pacientes tratados con ozonoterapia, frente al 47,3% de pacientes tratados con esteroides (Zambello, Fara, Tabaracci y Bianchi, 2006).

INFILTRACIONES PARAVERTRALES

 
 

Recientemente se realizó un ensayo clínico para evaluar la efectividad de las infiltraciones paravertebrales de oxígeno/ozono en el tratamiento del dolor lumbar agudo con hernia discal.

Aunque la mayoría de los trabajos publicados se refieran a las técnicas intradiscales, la realidad es que esta técnica, por su seguridad y simplicidad suele ser la más empleada en la práctica clínica.

Se reclutaron 60 pacientes que fueron aleatorizados en dos grupos; a uno se trató con infiltraciones reales y en el otro éstas fueron simuladas. Se hizo un seguimiento a los 15, 30, 90 y 180 días tras el registro basal. Se observó que en los pacientes tratados mejoraron significativamente el dolor y la limitación funcional (p<0,05), necesitando menos medicación analgésica (Paoloni et al., 2009).

En el año 2010 se publicó un metaanálisis sobre la efectividad y seguridad la ozonoterapia para el tratamiento de las hernias discales de cualquier tipo.

Se incluyeron 12 estudios con una muestra total de 8000 pacientes; las mejorías medias registradas fueron similares a las descritas para discectomía: 3,9 puntos sobre 10 en la escala visual analógica de dolor, 25,7 puntos en la capacidad funcional según el Índice de Discapacidad de Oswestry (ODI) y un 79,7% de mejoría en los registros de la escala McNab modificada.

El porcentaje de complicaciones fue del 0,064%, por lo que el tratamiento se consideró seguro y eficaz (Steppan, Meaders, Muto y Murphy, 2010).

Dos años más tarde, Magalhaes, Dotta, Sasse, Teixera y Fonoff, (2012), publicaron una revisión sistemática y meta-análisis recopilando 8 estudios observacionales y 4 ensayos clínicos aleatorizados.

Concluyeron que la discolisis para tratar la hernia discal lumbar tiene un nivel de recomendación 1C y que el tratamiento con paravertebrales tiene un nivel de recomendación 1B de acuerdo con los criterios de la U.S. Preventive Services Task Force; esto quiere decir que la recomendación es fuerte (nivel máximo), aunque con ciertas reservas para la discolisis por la diversidad de protocolos existentes.

Alrededor de un 80% de la población en países occidentales experimentará al menos un episodio de lumbalgia a lo largo de su vida, y en el 55% de estos habrá un dolor radicular asociado (Long, 1991). El síndrome de cirugía fallida de espalda oscila entre un 15 y un 20%, lo que lleva a proponer tratamientos más conservadores y menos invasivos, como la ozonoterapia, cuya efectividad parece oscilar entre un 65 y un 80% sugiriendo que un mínimo cambio en el volumen discal se puede traducir en un gran cambio clínico (Gangi et al., 1998).

También se deberán de tener en cuenta las fibrosis epidurales, los desgarros perineurales, las adherencias nerviosas, las limitaciones de la biomecánica por fibrosis y espasmos de los músculos parvertebrales y los síndromes miofasciales asociados (Manchikanti, Singh, Cash, Pampati, y Datta, 2007).

En este contexto, las infiltraciones con O2/O3, tanto a nivel paravertebral profundo y de los puntos gatillo de la musculatura relacionada, como la nucleolisis percutánea con ozono, son técnicas en auge debido a su inocuidad, efectividad, facilidad de ejecución y bajo coste.

Andreula et al., (2003), al comparar la nucleólisis con ozono con la nucleólisis enzimática, concluyen que, siendo los resultados clínicos similares, el tratamiento con ozonoterapia sería de primera elección debido a ventajas como las que siguen (Tabla I).

Tabla I. Ventajas de la ozonoterapia en la nucleolisis

 

• No existe la posibilidad de que se den reacciones alérgicas o anafilácticas.

• Posibilidad de repetir el tratamiento las veces que se considere.

• Menor riesgo teórico de infecciones, debido a las propiedades germicidas del ozono.

• Posibilidad de usar una aguja más fina por su fluidez y por lo tanto menos traumática.

• Menos molestias postinfiltración (2, 3 días frente a 1 ó 2 semanas).

A estas ventajas se añadirían las descritas sobre los corticoides por la ausencia de los efectos adversos de los mismos. A este respecto, Fernández, Povedano, Campos y García-López, (1998) en su revisión sobre el uso de corticoides llaman la atención sobre los siguientes puntos (Tabla II).

Tabla II. Efectos adversos de los corticoides

• Artritis infecciosa

• Deterioro articular progresivo

• Atrofia de los tejidos blandos e hipopigmentación

• Rotura tendinosa

• Sinovitis reactiva por microcristales de glucocorticoides

• Efectos adversos sistémicos

No hay que olvidar, de acuerdo a las últimas publicaciones sobre la administración de ozono no cierra el camino a la cirugía ni empeora su pronóstico (Bocci, Borrelli, Zanardi y Travagli, 2015; Muto, Giurazza, Silva y Guarnieri, 2016).

Por último, mencionar que queda por demostrar la efectividad de la ozonoterapia en el tratamiento del síndrome de cirugía fallida de espalda, altamente prevalente entre los pacientes operados de columna, y que suele empeorar con las reentradas quirúrgicas.

En estos enfermos se organizan fibrosis por cicatrices epidurales y perineurales, contracturas y espasmos paraespinales y diversas adherencias, cuyo estímulo inflamatorio crónico daría lugar a fenómenos neuroplásticos con sensibilización central y periférica.

Teóricamente, las propiedades fibrinolíticas, antiinflamatorias y antioxidantes del O2/O3 infiltrado lo harían idóneo para el tratamiento de estos procesos. El equipo del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, de México DF, ha publicado recientemente dos trabajos tratando en cada caso a 30 pacientes.

En ambos estudios se aplicó una primera sesión de epidural más paravertebrales seguida de tres sesiones semanales de paravertebrales; se emplearon dosis de 20 ml, a 30 µgr/ml en la primera serie y a 50 µgr/ml en la segunda, pero los tratamientos no pudieron mejorar el dolor de los pacientes (Hernández, Hernández, Tenopala, Canseco y Torres, 2012; Riestra, Hernández, Tenopala, Canseco y Torres Huerta, 2012).

Una alternativa promisoria sería la combinación de infiltraciones paravertebrales combinadas con epidurales caudales. Padilla y su grupo comunicaron mejoría muy significativa (EVA de 10 a 3) en una paciente con dolor refractario postlaminectomía a la que se realizaron tres bloqueos epidurales caudales con ozono (10 ml a 20 µgr/ml) en tres semanas consecutivas, después de haber hecho una serie de seis paravertebrales (10-30 µgr/ml) (Padilla et al., 2015).

De todas maneras, dada la envergadura del problema, más estudios, quizás con unos protocolos más extensos, se hacen necesarios a este respecto.

2.5. OZONOTERAPIA INFILTRATIVA EN ARTRITIS REUMATOIDE

 

Un estudio preclínico llevado a cabo en el hospital de Nanfang comparó los efectos de las infiltraciones de oxígeno médico y de diferentes concentraciones de ozono; los autores demostraron que el ozono intraarticular infiltrado a una concentración de 40 µgr/ml es capaz de inhibir la sinovitis en ratas con artritis reumatoide (Bin y CHENHui-qiang, 2011).

Los médicos expertos en ozonoterapia en tratamientos del dolor emplean empíricamente las infiltraciones articulares desde hace años, supuestamente con resultados muy positivos, pero aún no existen trabajos de envergadura al respecto.

2.6. OTRAS APLICACIONES DEL OXÍGENO/OZONO INFILTRADO

 

Otras aplicaciones descritas son las diversas tendinopatías y síndromes de atrapamiento, el tratamiento de epicondilitis, las espondilolistesis y espondilolisis, la espondilodiscitis con infección del espacio discal, la espondiloartrosis, la patología dolorosa del pie de atleta, la tenosinovitis de De Quervain, la metatarsalgia por fibrosis postquirúrgica tras resección de un neuroma de Morton (53) o la patología de la articulación temporomandibular (Bonetti, Cotticelli, Richelmi y Valdenassi, 2002; Gheza, 2002; Gheza, Ipprio y Bissolotti, 2002; Zanardi y Zorandi, 2002; Bonetti, 2003; Gaffuri, Garaffo y Gheza, 2003; ST Ikonomidis, Eleftheriadou, Bratanis y Thomaidis, 2003; Moretti et al., 2005; Alvarado, 2006).

2.7. PROPIEDADES TERAPÉUTICAS Y MECANISMOS DE ACCIÓN DEL OZONO MÉDICO INFILTRADO

 

Cuando infiltramos la mezcla de oxígeno/ozono, estamos infiltrando un gas altamente oxidante, con una buena capacidad de difusión tisular, que va a reaccionar con los fluidos intersticiales produciendo peróxido de hidrógeno (H2O2) y radical hidroxilo (OH·), además de otras especies reactivas del oxígeno (EROs), sean o no de naturaleza radical.

Como respuesta, en el medio habrá un aumento de los sistemas antioxidantes, tales como la superóxido dismutasa (SOD), la glutatión peroxidada (GSH-Px) y la catalasa (CAT).

Diversos autores han descrito el efecto antiinflamatorio, analgésico, antiedema y descongestionante de las infiltraciones de O2/O3, y se estipula que la oxidación de los receptores algogénicos inhibiría la señal dolorosa y activaría el sistema antinociceptivo (Simonetti et al., 2000).

Estas propiedades favorecerían un efecto relajante muscular, así como la mejoría de la movilidad de la zona tratada que se puede observar en clínica (Siemsen, 1995). Todo esto es muy importante en la recuperación muscular con infiltraciones de O2/O3; Balkanyi, (2001), ha descrito la utilidad de la ozonoterapia en el tratamiento de la hipertonía muscular dolorosa, destacando el tremendo efecto relajante muscular que se produce.

Periféricamente el ozono sería capaz de inactivar los enzimas proteolíticos. Al mismo tiempo, mediada por el H2O2, se estimularía la proliferación de fibroblastos y condorcitos, favoreciendo la regeneración cartilaginosa.

Se sugiere que los efectos del ozono sobre la sopa bioquímica inhibirían la acción de las prostaglandinas proinflamatorias, la serotonina, la bradiquinina o la sustancia P, justificando así su efecto analgésico, antiinflamatorio y remielinizante.

La acción antiinflamatoria del O2/O3 también se potenciaría por la inhibición de las citoquinas proinflamatorias (IL1, IL6, IL8, IL12, IL15 y TNFα) y de la fosfolipasa A2, y por la acción estimulante de las citoquinas inmunosupresoras, tales como la IL10 y el TNF β1 (de efecto antiinflamatorio y reparador tisular) (Bocci, 2002).

El ozono infiltrado a nivel subcutáneo interaccionaría con los mediadores y/o los receptores periféricos del dolor, que serían oxidados (Re, Sanchez, Mawsouf, 2010). La infiltración subcutánea de O2/O3 produciría cambios periféricos que inducirían neuroplasticidad central, según se ha podido observar en estudios preclínicos en los que se ha medido la regulación de la expresión de genes que juegan un papel esencial en el desarrollo y el mantenimiento de la alodinia.

A este respecto, Fuccio et al., (2009), al inducir un daño ciático en ratones comprobaron la activación corticofrontal de genes caspasa 1, 8 y 12 (proinflamatorios, proapoptóticos y responsables de la alodinia); esta expresión se normalizó con una única inyección periférica de O2/O3, con lo que también se redujo la alodinia mecánica.

En cuanto al núcleo pulposo del disco intervertebral, se ha descrito que el H2O2, el HO· y las ERO reaccionarán con los aminoácidos e hidratos de carbono de los proteoglicanos y colágeno I y II que conforman la matriz, dando lugar a un proceso de “momificación”, que encogería el disco disminuyendo la compresión (McCord, 1974; Curran, Amoruso, Goldstein y Berg, 1984; Hawkins y Davies, 1996; Bocci et al., 200; Leonardi, Simonetti y Barbara, 2001).

Iliakis y su grupo estudiaron los cambios histológicos de la matriz tras un tratamiento con discólisis mediante ozono a una concentración de 27 µgr/ml. En el ámbito preclínico ensayaron los efectos de la discólisis con conejos, y clínicamente examinaron especímenes discales resecados mediante microdiscectomía.

A las cinco semanas no se observaban signos de hiperplasia condrocítica perilesional ni infiltrados inflamatorios propios de las biopsias en los discos herniados; sí había un tejido fibroso de menos volumen (“disco momificado”), lo que supone una disminución de la compresión sobre la raíz nerviosa, una disminución del éxtasis venoso, una mejoría de la circulación, una mayor oxigenación y menos dolor, dada la gran sensibilidad a la hipoxia de las raíces nerviosas (Iliakis, Valadakis, Vynios, Tsiganos y Agapitos, 2001).

También hay que considerar la importancia del TNF β1 en la sintesis del colageno y los glicosaminoglicanos, efecto que ha sido comprobado en la reparación tras la discectomia, con la reorganización del núcleo pulposo residual a expensas de una fibrosis incipiente (Trippel, 1995; Qi yScully, 1997).

2.8. DOSIFICACIÓN DE LAS INFILTRACIONES

 
 

En cuanto a la dosificación, se echan en falta protocolos estandarizados. La mayoría de los autores relacionan la cantidad de la mezcla gaseosa a la extensión del terreno a infiltrar o a la cavidad articular de la que se trate. Generalmente, las cantidades de gas oscilan entre los 5 y los 15 ml, a unas concentraciones de ozono que varían entre los 4 y los 30 µgr/ml.

El número de sesiones de infiltración suele oscilar entre 3 y 10 (por lo general, una o dos por semana) cuando se trata de procesos inflamatorios crónicos del aparato locomotor, aunque en la práctica clínica los autores suelen ajustar las sesiones dependiendo de la evolución concreta de cada caso.

Con respecto a las discólisis, se suele asumir que un caso no responde al tratamiento cuando se han realizado un máximo de dos o tres intervenciones. Torres et al., (2009), tras haber empleado diferentes concentraciones con el mismo protocolo clínico, observan mejorías más evidentes cuando infiltran el O2/O3 intradiscal a 50 µgr/ml en comparación a cuando usan concentraciones inferiores, a 25 y 30 µgr/ml. No obstante, recomendamos no llegar a 50 µgr/ml por el riesgo de lesiones iatrogénicas sobre el anillo que se han detectado de forma experimental en el cerdo (Muto, 2004).

3. OZONOTERAPIA SISTÉMICA EN TRATAMIENTOS DEL DOLOR

 

Como se ha comentado, la ozonoterapia en tratamientos del dolor estaría indicada, como coadyuvante, en el tratamiento de las enfermedades que cursan con alteraciones del balance redox celular o de la oxigenación tisular.

Desde este punto de vista, la ozonoterapia sistémica ayudaría al paciente con dolor crónico, ya que estudios preclínicos recientes han demostrado el papel de las especies reactivas del oxígeno (ERO) en la hiperalgesia, vía activación de los receptores N-metil-D-aspartato (NMDA). Gao, Kim, Chung y Chung, (2007), en un modelo preclínico de dolor, tanto neuropático como inflamatorio, pudieron demostrar que las ERO a nivel del asta dorsal acompañaban al dolor, y que la administración sistémica de un agente neutralizador de las mismas reducía la hiperalgesia mediante el bloqueo de la fosforilación desde los NMDA.

Posteriormente, el mismo grupo de investigación (induciendo hiperalgesia por capsaicina en ratas) pudo demostrar el papel del anión superóxido como responsable del procesamiento anormal de la señal dolorosa en el asta dorsal, sugiriendo el papel terapéutico de la superóxido dismutasa mitocondrial (SOD2) en estos tipos de dolor (Schwartz et al., 2009).

Pero ciertamente, los niveles de evidencia científica en el tratamiento con ozonoterapia sistémica del dolor crónico son prácticamente inexistentes.

A este respecto, cabe reseñar un trabajo de Clavo et al., (2013), sobre cefalea crónica refractaria a triptanes en los que el ozono sistémico mejoró el dolor y la frecuencia de las crisis.

También Fernández et al., (2016), publicaron recientemente un trabajo en el que el uso de ozonoterapia sistémica mejora la efectividad y disminuye los efectos secundarios del metotrexate en pacientes con artritis reumatoide.

Teóricamente, el efecto beneficioso sobre pacientes inmunodeprimidos y la capacidad germicida del ozono lo harían útil, tanto en el tratamiento de la infección por herpes zoster como de la neuralgia postherpética.

En este campo son varios los expertos que han ensayado tratamientos con ozono durante años, al parecer con resultados positivos.

Generalmente se usa la ozonoterapia como coadyuvante a los tratamientos convencionales, bien vía sistémica o local (infiltraciones o aplicaciones de aceites y agua ozonizada), pero podemos pensar que los defectos de protocolización y comunicación relegan estos trabajos al nivel de una anécdota médica, de utilidad para incentivar el el desarrollo de trabajos mejor diseñados (Mattassi, Bassi, D’Angelo, Franchina y Sbrascini, 1985; Delgado, Wong, Menéndez y Gómez, 1989; Konrad, 2001).

El ozono sistémico también se ha ensayado, de manera complementaria a las infiltraciones, en pacientes con artritis reumatoide. Menéndez y colaboradores añadieron satisfactoriamente, a lo largo de 8 semanas, una serie de inyecciones intramusculares de oxígeno/ozono en 17 pacientes tratados con antiinflamatorios no esteroideos (Menéndez, Díaz y Menéndez, 1989).

El mismo grupo de investigación, en 2007, publicó un estudio comparando las infiltraciones paravertebrales aisladas o combinadas con ozono rectal y comprobando que la combinación es positiva desde todos los parámetros clínicos medidos (Calunga et al., 2007).

En 2010, compararon las infiltraciones aisladas de O2/O3 (3 ml a 10 µgr/ml) con las infiltraciones más ozonoterapia sistémica rectal en dos grupos de pacientes con artritis reumatoide de la articulación temporomandibular; las mejorías, tanto en el dolor, como en la función y en el estado de la cápsula articular, fueron estadísticamente significativas a favor de la terapia combinada.

A este respecto, la ozonoterapia sistémica parece disminuir los niveles de interleukina 1 beta, directamente relacionados con la actividad de la enfermedad, mientras que la ozonoterapia intrararticular disminuiría los niveles de interleukina 8 intraraticular, justificando el menor recuento de granulocitos y la mejoría clínica (Eastgate, 1988; Fahmy, 1993; Fahmy, 1995; Méndez et al., 2010).

Con respecto a la fibromialgia, ésta es una “enfermedad del estrés” en la que subyace una alteración del balance de oxido-reducción celular, consecuencia de un aumento de la producción de radicales libres, una deficiencia de la capacidad antioxidante orgánica o de ambas circunstancias simultáneamente.

Los hallazgos bioquímicos soportan esta realidad y la ozonoterapia sistémica como tratamiento ha sido propuesta (Borrelli y Bocci, 2002; Hidalgo, 2012). Hidalgo et al., en 1996, trataron con 10 sesiones de autohemoterapia a 21 pacientes con fibromialgia refractaria a un plan de tratamiento multidisciplinario, encontrando muy buena tolerabilidad y mejoría en el dolor y la fatiga, así como una disminución significativa en el uso de medicamentos para el dolor.

Este mismo grupo ha administrado una dosis por vía rectal (200 ml de gas a 40 µgr/ml) durante 24 sesiones a 36 pacientes con fibromialgia, recogiendo mejorías significativas en el FIQ (Fibromyalgia Impact Questionnaire), en el estado anímico y en el componente físico del test de calidad de vida SF-12. El tratamiento fue muy bien tolerado, con meteorismo transitorio como efecto adverso más relevante (Hidalgo, Menéndez, Vilchez, Rodríguez y Calandre, 2013).

4. CONTRAINDICACIONES DE LA OZONOTERAPIA

 

Todos los autores coinciden en la seguridad de los tratamientos con ozonoterapia en tratamientos del dolor, especialmente ahora que se dispone de máquinas modernas de gran precisión.

Jacobs, (1982), en Alemania, publicó que la incidencia de efectos adversos de la ozonoterapia sistémica era de solo el 0,0007%, llamando la atención las náuseas, el dolor de cabeza y la fatiga. 

En Cuba, con una experiencia de 25 años, teniendo como mínimo una unidad de ozonoterapia por cada provincia del país, solo se han registrado efectos adversos ligeros (Menéndez et al., 2008).

La experiencia de los expertos italianos es similar, aunque el Dr. Bocci describe al menos seis muertes por aplicaciones del gas de manera intravenosa directa, práctica absolutamente prohibida en la Unión Europea (Bocci, 2002).

Eventualmente, el efecto adverso más serio sería una reacción vagal, generalmente asociada al dolor durante la infiltración, y hay que tener en cuenta que ésta ha de ser lenta, especialmente si se va a infiltrar un gran volumen de gas a una concentración elevada (Zambello, Bianchi y Bruno, 2004).

Como contraindicación absoluta está el déficit grave de glucosa-6- fosfatodehidrogenasa (favismo), ya que este enzima es necesario para abastecer de hidrogeniones al sistema glutatión, encargado de tamponar la oxidación que los lipoperóxidos producirán en el hematíe (Viebahn, 1994).

Como contraindicaciones relativas para la ozonoterapia sistémica estarían el hipertiroidismo no controlado, la trombocitopenia, la inestabilidad cardiovascular severa y los estados convulsivos. Tampoco es conveniente, por prudencia médica, aplicar la ozonoterapia sistémica a pacientes embarazadas (Menéndez et al., 2008).

Las infiltraciones se deberán evitar siguiendo los criterios generales descritos en la literatura (Blanco, 2006).

Indudablemente, la ozonoterapia ha de ser practicada por un médico experto y, en pacientes con mal estado general, un diagnóstico del estado prooxidante-antioxidante del paciente sería deseable.

En cuanto a la genotoxicidad del oxígeno/ozono médico, se han realizado muchos estudios que prueban su absoluta seguridad a dosis terapéuticas, salvo por vía inhalatoria, totalmente prohibida por su potencial tóxico (Menéndez et al., 2008). 

Como ejemplo, sirva un estudio llevado a cabo en Cuba, en el que Fernández, Quinzan, Menéndez, Gómez y Acosta, (1989), estudiaron la citotoxicidad del ozono, sin ninguna respuesta agresiva, a dosis hasta 10 veces superiores a la máxima dosis terapéutica empleada en autohemoterapia en humanos.

Autores:

F. J. Hidalgo-Tallon /  Instituto de neurociencias. Universidad de Granada

L M. Torres / Jefe de Servicio de Anestesia Reanimacion y Tratamiento del dolor. H. Puerta del Mar. Cadiz

J. Baeza-Noci / Cirugía Ortopédica y Traumatologia. Hospital Virgen del Consuelo. Valencia. Presidente de la Sociedad Española de Ozonoterapia – SEOT.

M.D. Carrillo-Izquierdo / Enfermera. Facultad de Enfermería. Universidad católica de Murcia (UCAM).

 

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