Dolor crónico, con datos.

Dolor crónico, con datos.

Dolor crónico, un problema que sufre más del 18% de la población y que es una cuestión infradiagnosticada e infratratada, donde entran en juego también factores psicológicos y sociales.

El dolor es, de hecho, uno de los motivos principales de consulta, hasta el punto de que más del 90% de los pacientes ha acudido alguna vez a un profesional sanitario por esta causa.

El dolor crónico, está aumentando su prevalencia, hasta el punto de que copa hasta un 66% de los casos.

El 62 por ciento de los pacientes nunca ha sido derivado a una unidad del dolor.

El 69 por ciento tardó más de un año.

El 31 por ciento necesitó más de cinco años, un tiempo en el que deambularon por el sistema sanitario sin obtener las respuestas necesarias.

Un estudio ‘El dolor en la enfermedad crónica desde la perspectiva del paciente’, elaborado por la SED y la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), nos indica que suele ser una mujer que lleva 12 años de media conviviendo con una enfermedad crónica y 14 con dolor, y que en el 60 por ciento de los casos ya cuenta con un diagnóstico, pese a que solo un 47 por ciento tiene el grado de discapacidad reconocido. El nivel de dolor se sitúa en 7 sobre 10, con repercusiones como problemas para caminar (60 por ciento), limitaciones para vestirse o asearse (40 por ciento), disminución del rendimiento académico o laboral (70 por ciento)… De hecho, el dolor le provoca a estas personas que falten al trabajo una media de 47 días al año. Y otro factor muy a tener en cuenta: alrededor del 70 por ciento sufre ansiedad o depresión.

Una de las cuestiones que se desprende es la importancia del género, ya que la mayor parte de los pacientes que sufre dolor crónico son mujeres. Por ejemplo, el 23 por ciento de las mujeres sufre artrosis y el 12 por ciento, migraña, porcentajes que en los hombres son del 11 y del 4, respectivamente. La conjunción de dolor y depresión es también más prevalente en el sexo femenino (76 por ciento) que en el masculino (24 por ciento), lo que al final se traduce en que el 16 por ciento de las mujeres afirma sufrir un dolor insoportable frente al 7 por ciento de hombres.

Las principales causas del dolor crónico son los problemas musculoesqueléticos (como la artritis o las dolencias lumbares y cervicales), el dolor neuropático (como la neuralgia del trigémino) o el dolor funcional, con síndromes como la fibromialgia, la migraña crónica y el dolor pélvico crónico. A esto hay que unir otros tipos, como el dolor crónico posquirúrgico, el síndrome de dolor regional complejo y el dolor oncológico.

La mejor solución pasa por cuatro pilares: formación e información a los pacientes, formación continuada y reconocimiento de los profesionales, coordinación entre todas las áreas asistenciales y potenciación de las unidades de dolor realmente multidisciplinares.

Así que la verdadera batalla es contra el dolor crónico, que es el que se prolonga durante más de tres meses o, al menos, durante más tiempo de lo que tendría que ser normal para la recuperación. De ahí que el objetivo principal sea una detección temprana, medida prioritaria en el diagnóstico para mejorar el manejo de estos pacientes, y es que un tratamiento precoz puede evitar una cronificación que, transcurridos los referidos tres meses, da sus primeros pasos con cambios en el sistema nervioso central que incluye el reacondicionamiento de las vías neuronales para compensar el dolor en marcha y como consecuencia tiene un enorme impacto en la calidad de vida del paciente.

Así que el objetivo es intentar romper desde su inicio la cadena que hace que un dolor agudo se convierta en crónico y este, a su vez, derive en discapacitante.