ESPONDILITIS ANQUILOSANTE

La espondilitis anquilosante es una enfermedad inflamatoria que afecta mayormente a los huesos y a las articulaciones en la base de la columna que resultan inflamadas e hinchadas.

Puede hacer que algunos de los pequeños huesos de la espina dorsal (vértebras) se fusionen, lo que hace que la espina dorsal sea menos flexible y puede conducir a una postura encorvada hacia adelante.

 

Causas de la espondilitis anquilosante

 

Su causa no está clara,  pero la investigación apunta a una combinación de factores genéticos y ambientales que interactúan entre sí. 

Se asocia a la activación de un gen, el HLA-B27, tras padecer un proceso estresante o infeccioso, como una enfermedad viral.

1. Factor Genético Principal (HLA-B27):

El factor de riesgo genético más importante y conocido es la presencia del gen HLA-B27.

Alrededor del 90% de las personas diagnosticadas con espondilitis anquilosante en ciertas poblaciones (como la europea) son portadoras de este gen.

Importante: Tener el gen HLA-B27 no significa que desarrollarás la enfermedad sí o sí. Una gran parte de la población general tiene este gen y nunca desarrolla EA. Simplemente, confiere una mayor susceptibilidad o riesgo.

Además, un pequeño porcentaje de personas con EA no tienen el gen HLA-B27, lo que indica que otros factores genéticos y ambientales también son cruciales.

2. Otros Factores Genéticos:

Se han identificado otros genes (además del HLA-B27) que también contribuyen al riesgo de desarrollar EA, aunque su influencia individual suele ser menor.

3. Factores Ambientales (Posibles Desencadenantes):

Aunque no está completamente demostrado, se sospecha fuertemente que ciertos factores ambientales pueden actuar como desencadenantes en personas con predisposición genética.

La teoría más aceptada apunta a infecciones bacterianas, especialmente las que ocurren en el intestino o en el tracto genitourinario. Se cree que estas infecciones podrían iniciar una respuesta inmunitaria que, por error, se dirige también contra las articulaciones.

4. Respuesta del Sistema Inmunitario:

Fundamentalmente, la EA es una enfermedad autoinmune o autoinflamatoria. Esto significa que el sistema inmunitario del cuerpo, que normalmente defiende contra infecciones, se confunde y ataca a los propios tejidos sanos.

En la EA, este ataque se dirige principalmente a las articulaciones de la columna vertebral (vértebras) y las articulaciones sacroilíacas (donde la columna se une a la pelvis), provocando inflamación crónica, dolor y rigidez. Con el tiempo, esta inflamación puede llevar a la fusión de los huesos (anquilosis).

La espondilitis anquilosante afecta más a menudo a los hombres que a las mujeres. Su frecuencia es mayor entre los 20 y los 40 años.

 

Síntomas de la espondilitis anquilosante

 

En este caso la inflamación suele comenzar en las articulaciones de la columna vertebral y de la unión de ésta con las caderas (articulaciones sacroilíacas). Posteriormente se pueden inflamar las articulaciones de los hombros, el cuello, la caja torácica o los pies. Las articulaciones se deforman y su movilidad se limita, volviéndose rígidas. También se resiente la musculatura, contraída ante la inflamación y el dolor, que tiende a extenderse.

Entre los síntomas muscoesquéleticos están:

  • Dolor Lumbar Crónico de Tipo Inflamatorio: Dolor en la zona baja de la espalda y/o nalgas que dura más de 3 meses, empeora con el reposo (especialmente por la noche o al despertar) y mejora con la actividad.
  • Rigidez Matutina Prolongada: Sensación de «entumecimiento» en la espalda y caderas al levantarse, que dura más de 30 minutos.
  • Pérdida de Flexibilidad Espinal: Dificultad creciente para mover o doblar la columna vertebral.
  • Entesitis: Dolor causado por inflamación donde los tendones o ligamentos se insertan en el hueso (sitios comunes: talones, pared torácica, pelvis).
  • Artritis Periférica: Dolor e hinchazón en articulaciones fuera de la columna, más frecuentemente en caderas y hombros.

Entre los síntomas extraarticulares están:

  • Uveítis: Episodios de inflamación ocular (ojo rojo, doloroso, sensible a la luz). Es una complicación frecuente.
  • Fatiga: Cansancio intenso y persistente que no se justifica solo por el esfuerzo físico.

 

Tratamiento

 

El tratamiento es multidisciplinar, aunque siempre supervisado por un especialista.

Se trata de optimizar el sistema inmune y limitar la inflamación generalizada.

Además de los fármacos antiinflamatorios, también pueden ayudar los relajantes musculares, la fisioterapia, un plan de ejercicios y una dieta adecuada.

El ozono médico, como analgésico, antiinflamatorio, revascularizante y reoxigenante, puede beneficiar a mantener la calidad de vida y proteger los órganos de la medicación inmunosupresora.

Los objetivos principales son aliviar el dolor y la rigidez, mantener la movilidad y la función física, prevenir el daño estructural a largo plazo y mejorar la calidad de vida.

El tratamiento se basa en una combinación de enfoques:

 

1. Tratamiento No Farmacológico (Fundamental):

  • Ejercicio y Fisioterapia: Es la piedra angular del tratamiento. Un programa regular y adaptado es esencial. Incluye:
  • Educación del Paciente: Entender la enfermedad, aprender a manejar los síntomas y la importancia de la adherencia al tratamiento.
  • Estilo de Vida: Dejar de fumar es crucial, ya que fumar empeora la actividad de la enfermedad y la progresión del daño. Mantener un peso saludable.

 

2. Tratamiento Farmacológico (Generalmente Escalonado):

  • Antiinflamatorios No Esteroideos (AINEs): Son la primera línea de tratamiento para controlar el dolor y la rigidez. Ejemplos: ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco, celecoxib. A menudo son muy eficaces. Pueden necesitarse de forma continua. Requieren supervisión médica por posibles efectos secundarios (gastrointestinales, renales, cardiovasculares).
  • Analgésicos: Como el paracetamol, pueden usarse para aliviar el dolor si los AINEs no son suficientes o están contraindicados, pero no tratan la inflamación subyacente.
  • Fármacos Antirreumáticos Modificadores de la Enfermedad (FAMEs): 

 

3. Terapias Locales:

  • Inyecciones de Corticosteroides: Se pueden aplicar directamente en una articulación periférica inflamada o en una zona de entesitis para aliviar los síntomas localmente. No se suelen usar corticoides orales de forma prolongada.

 

4. Cirugía:

  • Se reserva para casos específicos y generalmente avanzados, como:
    • Artroplastia de cadera: Reemplazo de cadera si está gravemente dañada por la artritis.
    • Cirugía de columna: En casos raros de deformidad espinal grave o fracturas.

Es fundamental un seguimiento regular con los especialistas para evaluar la actividad de la enfermedad, ajustar el tratamiento según sea necesario y monitorizar posibles efectos secundarios de la medicación. El enfoque terapéutico se adapta a cada paciente y a la evolución de su enfermedad.

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