En la Artritis reumatoide el sistema inmune ataca principalmente a las articulaciones sanas, que se inflaman, se deforman, duelen y se vuelven rígidas.
El dolor y la rigidez aumentan en reposo y mejoran con el movimiento, posiblemente porque éste activa la circulación de la zona.
La rigidez y la falta de movilidad favorecerán los dolores musculares y las tendinitis, que extienden el dolor y limitan aún más la función.
La artritis reumatoide es más frecuente en mujeres en edad madura.
También se relaciona con la diabetes, la hipertensión, la depresión y la ansiedad.
Síntomas de la Artritis Reumatoide
El diagnóstico inicial se realiza mediante la evaluación de los síntomas, de al menos seis semanas de evolución.
También es muy importante la analítica, con elevación en sangre de marcadores inflamatorios como la velocidad de sedimentación globular (VSG), la proteína C reactiva (PCR) o el factor reumatoideo (FR).
Tratamiento
El tratamiento es complejo y multidiciplinar. Se recomienda el seguimiento por un especialista.
Hay que tener en cuenta que los medicamentos empleados son necesarios para mantener la calidad de vida, pero suelen tener efectos adversos sobre otros órganos a los que conviene proteger.
Es por esto que recomendamos aplicar ozonoterapia sistémica como tratamiento complementario.
También serán de utilidad una dieta antiinflamatoria, el control de peso, determinados suplementos alimenticios, apoyo emocional, fisioterapia y planes de ejercicio personalizados.
Localmente, las infiltraciones de ozono médico son muy bien toleradas, mejoran músculos y tendones y limitan el uso de corticoides.
Como en otros procesos autoinmunes, son comunes las sensaciones de fiebre, malestar general, fatiga y falta de energía.
También puede coexistir inflamación digestiva, con aumento de la permeabilidad intestinal, lo que se ha relacionado con el paso de toxinas a la sangre.
Estas toxinas también pueden ingresar en el sistema nervioso central e influir en la sensibilidad dolorosa y la estabilidad emocional.