Las enfermedades del aparato locomotor más comunes son:
Es la inflamación de una o varias articulaciones.
Suele aparecer bruscamente y se caracteriza por dolor y rigidez.
La rigidez se favorece porque la musculatura se tensa, fijando una posición defensiva para evitar que la articulación se movilice.
Esta rigidez muscular protectora puede ser causa de dolor miofascial, por lo que ambos dolores se solapan y coexisten.
Es muy importante determinar que la artritis no tenga una causa infecciosa o inflamatoria relacionada con una enfermedad general, como ocurre en la artritis reumatoide o la artritis psoriásica, de carácter autoinmune.
A veces las cadenas musculares, tras años de tensión, traccionan de las articulaciones, inflamándolas lo mismo que a los tendones y a los ligamentos asociados.
El dolor se va extiendo por estas estructuras y se cronifica, volviéndose refractario a los tratamientos habituales.
Se trata de un deterioro degenerativo de las articulaciones, doloroso o no.
Los cartílagos se van deteriorando, generalmente por sobrecarga mecánica, y dejan de cumplir su función amortiguadora.
El deterioro de los cartílagos favorece el roce y desgaste entre las superficies óseas, que pueden inflamarse y comenzar a doler (artritis).
En esta enfermedad del aparato locomotor, el desgaste deforma las articulaciones, cuya movilidad se limita y se vuelven inestables.
Esta inestabilidad supone una sobrecarga para los músculos, los tendones y los ligamentos, cuyo “trabajo extra” para compensar también puede ser causa de dolor.
Evidentemente la edad es un factor favorecedor de la artrosis, así como el sobrepeso, pero también hay enfermedades que afectan a los cartílagos, acelerando su deterioro.
Los tendones son las estructuras que conectan los músculos a los huesos.
Transmiten a estos la fuerza de tracción muscular para que se produzcan los movimientos.
Cuando los tendones se inflaman hablamos de tendinitis.
La causa más frecuente es la sobrecarga mecánica por el uso repetido.
Por ejemplo, la repetición continuada de ciertos movimientos dará lugar a la tensión de los músculos del antebrazo, inflamando sus tendones de inserción sobre el codo y generando el llamado “codo de tenista” por ser frecuente en este deporte.
Un paso más será la inflamación extendida a la parte del hueso donde se inserta el tendón.
Es bastante dolorosa y se llama periostitis.
Evidentemente la edad también es un factor asociado al desarrollo de tendinitis, pues la fibrosis, los acortamientos y las tensiones musculares se van agravando hasta comprometer a los tendones de los que traccionan.
Las bursas son estructuras que se disponen, a modo de almohadillas, entre las prominencias óseas y los tendones o músculos.
Su función es evitar el roce directo y favorecer el deslizamiento entre estos bordes óseos y otras estructuras del sistema musculo-esquelético.
Están constituidas por tejido conectivo laxo, muy resistente y adaptable, pero que se puede inflamar cuando hay una sobrecarga mecánica.
Una bursistis puede darse por un traumatismo directo o por un proceso médico general, como son determinadas afecciones inflamatorias, autoinmunes o infecciosas.
Esta patología del aparato locomotor es frecuente en deportistas y se suele agravar con el sobrepeso.
El aparato locomotor es nuestra herramienta diaria, es el sustento de nuestra anatomía y el soporte de nuestro cuerpo.
Además, es muy sensible al entorno que nos rodea y a nuestro estado emocional.
Al margen de determinadas enfermedades infecciosas, inflamatorias o autoinmunes, con los años, las sobrecargas mecánicas pueden hacer vulnerable nuestro sistema biomecánico, apareciendo problemas por descompensación.
Lo más habitual es que el dolor que percibimos sea mixto, ya que las tracciones y acortamientos musculares se vuelven dolorosos y condicionan la estabilidad de otras estructuras como los tendones, los ligamentos, las bursas, el periostio y las articulaciones, que también se inflaman extendiendo y cronificando el dolor.
Esto justifica que un dolor inicialmente muy limitado se extienda y se complique, llegando afectar al individuo en general, como se ha descrito en la fibromialgia o en la lumbalgia crónica extendida.