13 Feb Cómo la alimentación y el estilo de vida indicen en el desarrollo del cáncer
El cáncer, al igual que otras patologías, es una enfermedad multifactorial que no se desarrolla de la noche a la mañana, sino que está influenciada por diversos factores, como la genética, el entorno y los hábitos diarios. Entre estos hábitos, la alimentación y el estilo de vida juegan un papel fundamental.
Un patrón alimentario inadecuado, caracterizado por el consumo de azúcares refinados, alimentos ultraprocesados, grasas trans y la falta de nutrientes esenciales como antioxidantes, vitaminas y minerales, puede desencadenar procesos de inflamación crónica en el cuerpo, creando un entorno propicio para el desarrollo de enfermedades como el cáncer.
Nuestros hábitos diarios y su relación con el desarrollo de enfermedades como el cáncer
En España, el cáncer afecta cada año a más de 280.000 personas, siendo una de las principales causas de mortalidad en el país. Según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2021 se diagnosticaron 276.239 nuevos casos de cáncer, con el de colon, mama, pulmón y próstata entre los más frecuentes. En el caso del cáncer infantil, cada año se diagnostican aproximadamente 1.500 nuevos casos en niños menores de 15 años. Estas cifras subrayan la importancia de sensibilizar sobre los factores de riesgo y cómo podemos influir positivamente en nuestra salud mediante hábitos saludables.
En el mes de febrero, se celebran dos fechas importantes en la lucha contra el cáncer: el Día Mundial Contra el Cáncer, el 4 de febrero, y el Día Internacional del Cáncer Infantil, el 15 de febrero. Esto nos invita a reflexionar sobre los factores que inciden en el desarrollo de esta enfermedad y cómo nuestros hábitos diarios, en especial los relacionados con la alimentación y el sedentarismo, pueden desempeñar un papel crucial tanto en la prevención como en el tratamiento del cáncer.
La nutrición como origen de la inflamación crónica
Una dieta basada en alimentos ricos en calorías vacías y pobres en nutrientes esenciales puede llevar a un estado de inflamación sistémica de bajo grado. Los azúcares refinados y carbohidratos simples elevan los niveles de glucosa en la sangre, lo que puede producir estrés metabólico y un entorno favorable para el crecimiento celular descontrolado, característico del cáncer.
Además, la falta de antioxidantes, vitaminas y minerales, como la vitamina D, el zinc y el selenio, compromete la función inmunológica y la reparación celular, debilitando las defensas del organismo. Por otro lado, la ausencia de fibra y grasas saludables en la dieta, elementos presentes en frutas, verduras y cereales integrales, también afecta el equilibrio intestinal y contribuye a la inflamación crónica.
Con el tiempo, esta inflamación crónica puede alterar el ADN celular y dificultar la eliminación de células dañinas por parte del sistema inmunológico, lo que puede favorecer la aparición de tumores.
Cómo la alimentación puede ayudar al paciente oncológico
Comprender la conexión entre la alimentación y la inflamación crónica nos lleva a reflexionar sobre cómo una nutrición adecuada puede ayudar a prevenir el cáncer y complementar los tratamientos oncológicos. Aunque no podemos cambiar factores genéticos, sí podemos influir en nuestros hábitos alimentarios para fortalecer el organismo.
Comprender la conexión entre la alimentación y la inflamación crónica nos lleva a reflexionar sobre cómo una nutrición adecuada puede ayudar a prevenir el cáncer y complementar los tratamientos oncológicos. Aunque no podemos cambiar factores genéticos, sí podemos influir en nuestros hábitos alimentarios para fortalecer el organismo.
En Clinalgia, contamos con un gabinete de expertos en nutrición que te puede ayudar a llevar una correcta dieta integrativa, adaptada a tus necesidades y tratamientos para mejorar tu calidad de vida.
En Clinalgia te ayudamos a:
Reducir la inflamación crónica: Priorizar alimentos antiinflamatorios, como frutas, verduras, grasas saludables y especias como la cúrcuma y el jengibre, puede ayudar a neutralizar los procesos inflamatorios.
Fortalecer el sistema inmunológico: Una alimentación rica en antioxidantes y nutrientes esenciales, como la vitamina D, el zinc y el selenio, refuerza las defensas del cuerpo, ayudando a combatir las células cancerosas.
Regular el metabolismo: Limitar el consumo de azúcares refinados y carbohidratos simples, y optar por carbohidratos complejos, como quinoa, boniato y legumbres, puede mantener un entorno metabólico menos favorable para el crecimiento tumoral.
Reducir los efectos secundarios de los tratamientos: Mejorar el equilibrio nutricional ayuda a mitigar el impacto de la quimioterapia y la radioterapia, y favorece la recuperación del paciente.
Evitar descompensaciones metabólicas: Mantener una dieta rica en carbohidratos complejos, proteínas de calidad y grasas saludables (legumbres, huevos, pescado azul, aceite de oliva virgen, aguacates, frutos secos naturales y semillas, etc.) ayudan a evitar que los tumores aprovechen los azúcares simples como fuente de energía.